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6 de agosto de 2019

Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.
Deuteronomio 31:8.

Una de las primeras cosas que trata de hacer el enemigo, es tratar de intimidarnos con sus estratagemas. Intimidar es hacer que alguien sienta miedo o temor. Si un peleador sube al ring sintiendo miedo de su contrincante creo que ya tiene el 50% de la pelea perdida.

El verso bíblico de este tema nos motiva a confiar en nuestro Dios, sabiendo que El esta presente en nuestras batallas y que va delante, no solo para cuidarnos sino para defendernos de los ataques del enemigo.

Una de las cosas que a veces hacen los que dicen defendernos, es salir corriendo a la hora del problema. Notemos como este verso dice: no te dejará ni te desamparará. Dios no solo es fiel cuando no tenemos situaciones de peligro, sino que en medio de estas no sale corriendo ni se desaparece, el simplemente no nos desampara y nos defiende.

 La palabra dice: 

El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende. Salmo 34:7  

y : aunque ande en valle de sombre de muerte, no temeré mal alguno, por que tu estarás conmigo. Salmo 23:4

Lo peor que nos puede pasar en medio de una prueba, es dejarnos dominar por el temor, que en este caso no es sinónimo de respeto sino de miedo. Cuando el miedo nos inunda nos turbamos y perdemos la fe. Cuando perdemos la fe, quitamos la confianza de nuestro Dios. El miedo es una reacción adaptativa que nos prepara para actuar ante un posible peligro. Cuando sentimos miedo, nuestro cuerpo reacciona produciendo una secuencia de efectos, tanto físicos como psicológicos. Algunos estudios afirman que el miedo es la emoción que más consecuencias produce en nuestro interior. 

En primer lugar, algunas personas se quedan paralizadas y bloqueadas ante el miedo, experimentan sudoración, taquicardia. Pero esta emoción también cambia nuestra esfera cognitiva, percibimos el mundo de un modo distinto y experimentamos las sensaciones con mayor intensidad. El problema con el miedo es que muchas veces actuamos de manera negativa ante las situaciones. Dios nos manda a mantener nuestra fe en alto. Por eso, ante los problemas debemos procurar mantenernos ecuánimes, no turbarnos y sobre todo creer que Dios nos dará la solución y salida  El no nos dejará ni nos desamparará.

En el libro de Juan Jesús expreso:

 14: 1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi.  

Jesús le dice a sus discípulos que no se turbaran por las cosas que habrían de venir.

Turbación:  Esta palabra se traduce como (confusión) y a su vez se relaciona con la aflicción, angustia y pánico. Cuando una persona está turbada, esa turbación abarca el corazón, y del corazón se conecta con la mente, y llega la (confusión) que a su vez es una mezcla de ideas, las cuales quitan la paz.

Jesús le estaba dando instrucciones a sus discípulos con estas palabras, basándose en lo principal que un cristiano tiene que tener la (Fe), pero en una fe que persistiera, que permaneciera, que no se debilitara, no importando lo acontecido.

"Creéis en Dios, creed también en mi":  El creer se basa en la aplicación de la fe, y mas en las situaciones difíciles que llegan al cristiano. Tenemos que vivir y caminar en Fe.

Cuando creemos en Dios, dependemos de El y toda turbación, aflicción, angustia, pánico, quedan vencidos por nuestra fe firme en Cristo Jesús. 

Jesús le exhorta a sus discípulos a mantener la  fe, porque ellos ya tenían fe ¿que quiere decir? que cuando desvanece nuestra fe, llega la turbación y confusión a nuestras vidas y comenzamos a debilitarnos y ha no tener paz. 

Cuando llega la turbación a nuestras vidas, debemos de buscar la presencia de Dios en oración, y depositar toda carga, preocupación, turbación en sus manos. Clama a Dios con fe, que para Dios nada es imposible.

No te intimides, recuerda que el todopoderoso esta contigo. Dios te bendiga. 





La semejanza de Dios en el Hombre y la mujer.
Todo comienza con Dios. «En el principio Dios…». Él es la fuente y el origen de todo. En Él vivimos, nos movemos y existimos (Hech. 17:28). Todo lo que vemos vino a la existencia por ese Dios a quien no vemos y por el poder de Su Palabra.
En Génesis 1:26-27 leemos:
  • Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza […] creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (énfasis añadido).
Él nos hizo varón y hembra, y a Su imagen, con el propósito de que mostráramos esa imagen, cada uno, según su diseño particular: el hombre como hombre y la mujer como mujer. Él pudo haber hecho referencia a muchos otros aspectos que hablaran de la semejanza de estas criaturas a su Creador, pero en ese versículo se limita a decir que los hizo varón y hembra.
Iguales en valor y dignidad delante de Él. Esto es lo que hace al hombre y a la mujer especiales sobre todo lo creado. Nuestra dignidad y valor se encuentran en ser creados a imagen de Dios. Este es nuestro punto de partida: Ambos, el hombre y la mujer, fuimos diseñados por Dios, para reflejar Su imagen a través de nuestras diferencias particulares y nuestras identidades individuales como hombre y mujer.
Ya que Dios es nuestro Creador, Su Palabra nuestra autoridad y nuestro propósito es reflejar Su imagen, a Él y solo a Él debemos hacerle las preguntas: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi diseño? ¿Bajo qué autoridad debo funcionar? ¿Para qué me hiciste?
En Génesis 1 Dios nos dio una visión muy general, pero en Génesis 2 Él se toma la molestia de que podamos ver con más detalle esta impresionante creación. Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente. Y plantó el Señor Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado (Gén. 2:7-8).
Adán fue formado primero, en señal de autoridad y se le dio dominio. Dios lo formó artísticamente del polvo de la tierra, sopló sobre él Su propio aliento, y lo colocó en el precioso huerto que había creado para él. Le dio las instrucciones de cómo cuidarlo y también de cómo conducirse en su nuevo hogar.
Imaginemos la escena de Dios formando al hombre. Cuando Él creó al varón, lo creó con todos los detalles que iban de acuerdo al diseño que tenía en mente… «Cuando todavía no existía el varón ni la mujer, Dios tenía un plan. Él escribió la historia. Conocía el final. Y, cuidadosamente, formó al varón y a la mujer para manifestar la gloria de esta historia espectacular».

  “… Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”   hebreos 12:1.  ...