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8 de mayo de 2015

Amparo

Salmos 37: 25: Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.
En la cultura hebrea la palabra de un anciano era considerada y respetada por todos. Su andar por la vida por tantos años, le daba una autoridad sobre los más jóvenes en edad. La diferencia estaba en que tenía más años de vida y experiencia.
El salmo de este día, escrito por alguien ya mayor, tiene algo bien sabio para decirnos en los tiempos de escasez económica.
Generalmente cuando tenemos problemas financieros nos desesperamos por saber que “va a ser de nuestra vida”. El consejo del Espíritu Santo es que prestemos oído a la voz del anciano, que dice que nunca ha visto un cristiano justo que viva desamparado por su Señor ni que deba ir por la vida mendigando. Los hijos del Rey no mendigan, sino que son dignos de todas las riquezas celestiales y terrenales.
Usted y yo no somos méndigos sino hijos del Dios Altísimo y coherederos juntamente con Cristo. Nuestra herencia es provisión celestial diaria, y para toda la vida. Esto es mucho más que una pensión, jubilación o cuota de retiro ¡Es provisión abundante durante toda la vida!
En este tiempo de problemas financieros es posible que usted se “sienta” desamparado, pero, no se quede allí sino mire con los ojos de la fe para darse cuenta que usted es un hijo amparado por Dios y que usted también está dentro de la lista que mencionó el anciano. Usted es hijo, por eso es amparado.

CONFESION DE FE:
VIVO BAJO EL AMPARO ECONOMICO DE MI SEÑOR
ORACION:
Renuncio en este momento a ese sentimiento equivocado de desamparo y recibo por tu Espíritu, oh Dios, tu amparo económico. Gracias porque soy hijo y no un bastardo. Gracias Papá Celestial porque nunca me desampararás. ¡Amén!

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