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27 de noviembre de 2014

EL INCLINA A MI SU OIDO

SALMOS 116:1-2 “Yo amo al Señor porque El escucha mi voz suplicante. Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida.”

Una de las razones por las cuales podemos confiar plenamente en nuestro amante Padre Celestial es que ÉL es alguien que no nos ignora. Todo lo contrario, ÉL siempre nos dedica toda Su atención y está pendiente de cada mínimo detalle de lo que ocurre en nuestras vidas. Apenas salen las súplicas de nuestros labios—incluso antes—ya ÉL las está escuchando y preparando una respuesta adecuada a nuestras necesidades, de acuerdo a Su voluntad. ¿Dónde más podríamos conseguir tan alto nivel de atención y preocupación por nosotros?
El Rey David era un hombre que vivía su vida de acuerdo con el corazón de DIOS. Él siempre actuaba en consonancia con los deseos del Señor. Él sabía que era lo que a DIOS le agradaba y no sólo lo sabía, sino que su conducta se adaptaba a lo que DIOS exigía de él. No obstante, él se vio sometido a numerosas pruebas y persecuciones. Siempre tenía que estar huyendo de quienes lo perseguían. Hasta quienes alguna vez los consideró como amigos ahora se contaban con sus enemigos y le costó muchísimo disfrutar la paz. Sin embargo, las pruebas y dificultades que atravesó David nunca se constituyeron en una barrera para apartar su corazón del corazón de DIOS. Todo lo contario, mientras más persecuciones y dificultades lo rodeaban, más se apegaba a la misericordia de DIOS y su amorosa protección.

Por esta misma razón cada vez que se nos presente un obstáculo en el camino o sintamos que nuestras fuerzas disminuyen y ya no podemos seguir adelante, podemos acudir al Señor y ÉL inclinará su oído atento para darnos la solución perfecta para nuestras vidas.

Busquemos siempre Su presencia y nunca dejemos de hacerle saber cómo nos sentimos y cómo dependemos de ÉL hasta para las cosas más sencillas de la vida.
DIOS nos escuchará y nos protegerá con Su tierno amor. Por eso digamos junto con el salmista: “Lo invocaré toda mi vida”.

ORACIÓN: Padre Celestial. Perdóname Señor porque muchas veces trato de solucionar mis problemas recurriendo a todos los medios que están a mi alcance olvidándome que Tú eres y tienes la solución a todos ellos. Perdóname Señor y ayúdame a que lo primero que haga, cuando se me presente algún problema o prueba, recurra a Ti Señor. Gracias por las muestras de Tu amor. En el nombre de Cristo, amén.

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