“… Despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante” hebreos 12:1.
Existen pesos que no son pecados en sí
mismos, pero que se convierten en obstáculos y piedras de tropiezo en el
progreso de nuestra vida cristiana. En ocasiones, tomamos decisiones, cometemos
errores, equivocaciones, tenemos malas actitudes que se convierten en lastres
que arrastramos y que nos impiden correr con agilidad hacia el alcance de
nuestras metas y propósitos.
Uno de esos grandes lastres que arrastramos es el desaliento. Otro es la
duda en el corazón. El alma melancólica es, ciertamente, un peso que nos
impedirá avanzar en nuestra utilidad y sentido de suficiencia.
Parte del fracaso del pueblo de Israel para entrar a la tierra prometida y
permanecer vagando por el desierto durante cuarenta años, fue la murmuración.
Esta comenzó con un pequeño deseo de quejarse y estar descontentos,
pero continuó hasta que se manifestó en desánimo que floreció y maduró en
rebelión y ruina.
No nos permitamos jamás el dudar de Dios o de su amor y fidelidad para con
nosotros en todo y para siempre. Opongámonos contra toda clase de duda y
permanezcamos firmes negándonos a toda incertidumbre; entonces, el Espíritu Santo
vendrá en nuestra ayuda, nos dará la fe de Dios y nos coronará de su favor.
Es muy fácil caer en el hábito de dudar, de impacientarnos y preguntar si Dios
nos ha desamparado y si después de todo nuestras esperanzas van a terminar en
un fracaso. ¡Resistámonos al fracaso! ¡Rehusemos el ser desgraciados!
Regocijémonos por medio de la fe y del ánimo y consideremos el gozo como una
realidad, y con toda seguridad hallaremos que Dios hará que nuestras
expectativas sean reales.
Creo que en la carrera que todos tenemos por delante, debemos estar alertas a
estos dos grandes “quiebra patas”: El desalentarnos, el cual permite que
durante un cierto tiempo por lo menos, nos sintamos con una terrible sensación
de tristeza y fracaso y tengamos un sentimiento de inutilidad e insuficiencia
haciéndonos inútiles para nosotros mismos y para los demás. El otro, consiste
en hacernos dudar y romper de esa manera la fe con la que estamos unidos con el
Padre.
El apóstol Pablo, ya había advertido acerca de la importancia de correr como en
un estadio con tal fuerza y dedicación como para obtener el premio. Y
seguramente que en esa carrera de la vida, tendremos retrasos y que también
seguramente, estos retrasos traerán sufrimiento; pero en medio de todo ello
permanecerá la promesa del Señor: Su nuevo Pacto conmigo en Cristo y su promesa
inviolable de toda bendición que necesite, por pequeña que sea. Casi todos
los personajes de la Biblia han retrasado el cronómetro de Dios y han sufrido
demoras en sus propósitos eternos, pero eso no ha impedido el cumplimiento
final de sus designios.
Aquella singular historia de la liberación de Pedro, cuando se encontraba en la
celda por orden de Herodes; y la de Pablo y Silas encarcelados injustamente en
Filipos; nos debe enseñar que aun en las horas más oscuras de la noche, la
presencia de Dios siempre está cercana. Cuando el día del juicio y la ejecución
comienzan a amanecer, el ángel viene a nuestra celda de angustia y desaliento a
traer liberación.
En el libro de Ester, cuando la horca de cincuenta codos de altura que el
malvado Amán tenía preparada para Mardoqueo, el insomnio del rey Asuero condujo
a un momento de favor para su pueblo.
Amigos, puede ser que haya ciertas circunstancias que nos impidan avanzar, o
que tengamos retrasos en alcanzar lo que deseamos o esperamos, pero debemos
tener la seguridad que seremos rescatados. Puede ser que haya demoras en
nuestra marcha, pero Dios siempre estará atento a su pacto de amor y aparecerá
para cumplir sus promesas maravillosas, porque aun cuando nosotros seamos
infieles, él permanece fiel, por cuanto él no puede negarse a sí mismo.
Pienso que hay cierta simplicidad en la forma como Dios ejecuta sus planes, y
también que tiene recursos ilimitados para solucionar cualquier tipo de
dificultad que se nos pueda presentar. Dios posee una fidelidad inquebrantable
para los que confían en él y una firmeza a toda prueba en el mantenimiento de
sus promesas.
Dios no es repetitivo, ni limitado, ni escaso , él tiene miles de llaves para
abrir miles de puertas diferentes. Para cada posible problema o dificultad,
tiene soluciones apropiadas y precisas.
Mi invitación de hoy es a que seamos fieles y nos despojemos de todo peso que
nos impida correr con paciencia, la carrera que tenemos por delante, con los
ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.
Y si hay dificultades y retrasos en la carrera, alegrémonos porque estamos a
las puertas de un milagro. Este es el primer escalón de un milagro. A mayor
dificultad, mayor será la Gloria de Dios, en su intervención Divina para solucionarla.
El retraso en la vida de Abraham, dio la impresión de que la promesa de Dios se
quedaría sin cumplir, pero finalmente la promesa fue redimida en Isaac, cuyo
nombre significa “risa”.
Podemos reírnos de cualquier dificultad o situación desesperada, cuando
nos agarramos de su mano con confianza y continuamos avanzando firmes,
corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante, en pos de lo
supremo.
Abrazos y muchas bendiciones del Señor.
Benjamin Varon Uceta
No hay comentarios:
Publicar un comentario